Quiero ver cómo la gente sin cuerpos hace el amor
Las mujeres de estas tres obras amaron a todos los hombres.
Ahora se encierran en un jardín, una casa, tal vez una isla, un ordenador, a veces un museo, donde siempre nieva o llueve, una nieve muy densa que hace del espacio un lugar irreal.
Hablan con descaro del sexo masculino, del desvarío y la locura, para festejar el placer y el cuerpo.
Todas ellas creen desear al hombre, pero lo hacen a través del universo de la máquina, averiguando la intimidad en las interacciones entre los cuerpos, humanos y no-humanos.
Estas correspondencias arrolladoras, que tal vez no vayan a ninguna parte más que al interior de las tripas, acabarán siendo una exploración íntima en torno al placer y al autoplacer.
No es a ellos a quienes buscan.
Es el deseo.
Algo más profundo e irreal que un simple hombre.
Porque el cuerpo tiene una memoria prehistórica.
Y es insaciable.
Las mujeres de estas tres obras amaron a todos los hombres.
Ahora se encierran en un jardín, una casa, tal vez una isla, un ordenador, a veces un museo, donde siempre nieva o llueve, una nieve muy densa que hace del espacio un lugar irreal.
Hablan con descaro del sexo masculino, del desvarío y la locura, para festejar el placer y el cuerpo.
Todas ellas creen desear al hombre, pero lo hacen a través del universo de la máquina, averiguando la intimidad en las interacciones entre los cuerpos, humanos y no-humanos.
Estas correspondencias arrolladoras, que tal vez no vayan a ninguna parte más que al interior de las tripas, acabarán siendo una exploración íntima en torno al placer y al autoplacer.
No es a ellos a quienes buscan.
Es el deseo.
Algo más profundo e irreal que un simple hombre.
Porque el cuerpo tiene una memoria prehistórica.
Y es insaciable.